El escándalo en torno al número 1 del tenis mundial, el serbio Novak Djokovic, tuvo un viernes frenético a partir de la decisión de Australia de volverle a cancelar la visa de su permanencia en el país y la inmediata decisión judicial de frenar su deportación hasta la resolución de su caso en los estrados.
El Tribunal de Circuito Federal de Melbourne ordenó que el serbio no sea expulsado de forma inmediata luego de que el Gobierno decidiera revocar su permiso por segunda vez «por motivos sanitarios y de orden público», lo que generó una mediación judicial de urgencia.
Djokovic enfrentará mañana una jornada clave cuando comparezca ante las autoridades del Ministerio de Inmigración australiano para formular su declaración en el expediente que se le abrió por su ingreso irregular al territorio oceánico, el miércoles de la semana pasada.
Hasta que se produzca ese encuentro, probablemente en la madrugada del sábado, el tenista seguirá en libertad, sin obligación de volver al centro de detención para inmigrantes ilegales que habitó desde el jueves 6 al lunes 10 enero pasado.
El «Djokovic Gate», generado a partir de su ingreso a Australia sin la aplicación de la vacuna contra el Covid-19, se reavivó hoy cuando el ministro de Inmigración, Alex Hawke, ejerció su facultad de volver a cancelar la visa tras la restitución dispuesta el lunes por el juez Anthony Kelly.
«Hoy he ejercido mi autoridad adscrita a la sección 133C (3) del Acta de Inmigración para cancelar la visa a Novak Djokovic, por motivos de salud y buen orden, basándome en el interés público», declaró Hawke en un comunicado.
«Antes de tomar esta decisión examiné cuidadosamente la información que me proporcionaron el Departamento del Interior, la Fuerza Fronteriza Australiana y el señor Djokovic», prosiguió Hawke, quien además aseguró que el gobierno del primer ministro Scott Morrison «está firmemente comprometido a proteger las fronteras especialmente en relación con la pandemia del Covid-19».
La decisión de la administración federal australiana provocó una apelación judicial inmediata de los abogados del jugador, quienes solicitaron que se bloquee su expulsión del país y se mantenga en libertad hasta la resolución del proceso.
Cronología de una historia sin fin
Djokovic mantiene esta disputa con el Gobierno oceánico a menos de tres días para el inicio del Abierto de Australia, en el que buscará su 21º título de Grand Slam para superar el récord que comparte junto al suizo Roger Federer y el español Rafael Nadal.
De momento, su presencia en el torneo de Melbourne es una incógnita más allá de su inclusión en el cuadro principal, donde fue emparejado para el debut con su compatriota Miomir Kecmanovic (78º).
El abogado de Djokovic, Nick Wood, le transmitió hoy al magistrado su «preocupación por los tiempos» del proceso, que podrían extenderse a partir de la decisión de derivar el caso a la Justicia federal.
Tras la declaración del sábado, Djokovic podría quedar nuevamente retenido en un hotel a la espera de una resolución.
En cualquier caso, el jugador y sus abogados tendrán la oportunidad de explicar sus argumentos en una nueva audiencia que se desarrollará el domingo, un día antes de la apertura del torneo.
El conflicto entre el mejor tenista del mundo y Australia comenzó el martes 4 cuando el jugador anunció su viaje a Melbourne en redes sociales con una «exención médica» por parte de las autoridades del estado de Victoria.
Sin embargo, al aterrizar el miércoles en la ciudad quedó retenido por el personal de Migraciones del Aeropuerto Internacional Tullamarine debido a un problema con su visado.
Agentes de la Fuerza Fronteriza de Australia (ABF) lo escoltaron hasta una oficina de la estación aérea, donde el tenista fue interrogado durante 8 horas sin acceso a su teléfono celular, según denunciaron sus abogados.
El jueves 6, el jugador fue trasladado al Park Hotel de Melbourne, un establecimiento que alberga inmigrantes ilegales y que también fue utilizado como lugar de cuarentena durante el año pasado.
El incidente se convirtió en un escándalo diplomático cuando el presidente serbio Aleksandar Vucic acusó a las autoridades australianas de «maltrato» y de ejercer una «caza política».
El primer ministro australiano, Scott Morrison, aclaró que Djokovic no aportó evidencia de tener la vacunación completa ni justificación para estar eximido de ella. «Las reglas son las reglas, especialmente cuando se trata de nuestras fronteras. Nadie está por encima de las reglas», advirtió.
Diversas manifestaciones de apoyo se replicaron en Melbourne y Belgrado, capital del país de origen del tenista. Su padre Srdjan Djokovic llegó a compararlo con Jesucristo al considerar que su hijo estaba «siendo crucificado».
«Nole» recibió buenas noticias el lunes cuando el juez Kelly dispuso su liberación y la devolución del pasaporte, lo que abrió la puerta para su presencia en el Abierto de Australia que comenzará el 17 de enero.
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No obstante, el Gobierno hizo saber a través de sus abogados que se reservaba la atribución de expulsar al tenista con una medida directa del ministro Hawke, lo que ocurrió hoy de no haber sido impedido por la Justicia.
Djokovic quedó más comprometido en la causa al reconocer que había cometido una irregularidad en su declaración de entrada en Australia. El serbio respondió «no» a la pregunta de si había viajado en los 14 días anteriores a su llegada a Melbourne.
Según el rastro dejado en sus redes sociales, el 25 de diciembre se encontraba en Belgrado (participó en una exhibición de tenis en la calle) y a fin de año se trasladó a Marbella, donde se entrenó en el club de tenis Puente Romano.
Desde allí, vía Dubái, voló hacia Australia, donde busca su décimo título en el Abierto que le permita despegarse de Federer y Nadal como el tenista más ganador de torneos de Grand Slam.
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